Por: Michel Godet
en colaboración con Régine Monti, Francis Meunier, Fabrice Roubelat
y la participación de Prospektiker
EL RIGOR DE UNA “INDISCIPLINA” INTELECTUAL
La anticipación no tiene mayor sentido si no es que sirve para esclarecer la acción.
Esa es la razón por la cual la prospectiva y la estrategia son generalmente
indisociables. De ahí viene la expresión de prospectiva estratégica. Sin embargo, la
complejidad de los problemas y la necesidad de plantearlos colectivamente
imponen el recurso a métodos que sean tan rigurosos y participativos como sea
posible, al objeto de que las soluciones sean reconocidas y aceptadas por todos.
Tampoco hay que olvidar las limitaciones que impone la formalización de los
problemas ya que los hombres también se guían por la intuición y la pasión. Los
modelos son invenciones del espíritu para representar un mundo que no se dejará
encerrar en la jaula de las ecuaciones. ¡Esto es hermoso pues, sin esta libertad, la
voluntad animada por el deseo quedaría sin esperanza!. Tal es la convicción que nos
anima: utilizar todas las posibilidades de la razón, conociendo todas sus
limitaciones, al igual que sus virtudes. Entre intuición y razón no debería existir
oposición sino, por el contrario, complementariedad. Para que sea una
“indisciplina” intelectual fecunda y creíble, la prospectiva necesita rigor.
El debate de las ideas sobre el cambio, el papel de los hombres y de las
organizaciones, la utilidad de los métodos, resulta obstruido por un apreciable
número de cuestiones recurrentes que resurgen a la superficie cualquiera que sean
los argumentos que se avancen. Esto ocurre, por ejemplo, cuando hablamos de las
diferencias y de las relaciones entre los conceptos de prospectiva, de planificación y
de estrategia, del interés que tiene la probabilización de escenarios, de la
complicación de lo complejo y de la especificidad de los estudios de prospectiva
territorial. Sobre todas estas cuestiones, la experiencia acumulada desde hace más
de 30 años y plasmada en varios cientos de intervenciones, nos permite aportar
respuestas claras, al menos desde nuestro espíritu.
¿Qué estrategias, para qué escenarios?
No existen estadísticas sobre el futuro. Con frecuencia, frente al porvenir, el único
elemento de información disponible que tenemos es el propio juicio personal que
tenemos En consecuencia, es necesario recoger otras opiniones para forjarnos la
nuestra y realizar las apuestas en forma de probabilidades subjetivas. Como le
ocurre a un jugador en el casino, se necesita realizar un conjunto de jugadas para
poder apreciar la calidad de las apuestas. La calidad de los expertos a los que se
pregunta plantea, a su vez, otro interrogante. Nuestra convicción es simple en este
caso: En la medida que un experto representa una opinión característica de un
grupo de actores, su punto de vista a considerar es interesante. No olvidemos que,
precisamente, a partir de esta visión de futuro, con razón o sin ella, es cómo estos
actores van a orientar sus propias acciones.
La incertidumbre sobre el futuro puede apreciarse a través del número de
escenarios que se reparten el campo de lo probable. En principio este número es
más elevado en función de que la incertidumbre sea mayor; pero solo en principio
porque es necesario tener en cuenta la diferencia del contenido entre los escenarios:
los más probables pueden ser muy próximos o muy contrastados.
En conclusión, si la prospectiva y la estrategia son dos amantes íntimamente
relacionados, permanecen diferenciados y distintos y es bueno y conveniente
separarlos:
1) el tiempo de la anticipación, es decir de la prospectiva de los cambios posibles y
deseables,
2) el tiempo de la preparación de la acción: es decir, la elaboración y la evaluación
de las opciones estratégicas posibles para prepararse a los cambios esperados
(preactividad) y provocar los cambios deseables (proactividad).
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